Con una estética brutalista que desafía lo convencional, esta villa de arquitectura escultórica ofrece una experiencia residencial tan audaz como sofisticada. Construida íntegramente en hormigón, tanto en su interior como en su exterior, la propiedad se integra de forma armoniosa con el paisaje natural, logrando un equilibrio perfecto entre vanguardia arquitectónica y serenidad ambiental. Ubicada en una calle sin salida, su privacidad está asegurada, convirtiéndose en un auténtico refugio de paz para quienes buscan desconectar del ritmo urbano. Los 1.353 m² de parcela acogen un oasis vegetal donde el diseño y la naturaleza dialogan sin esfuerzo. El jardín, con vegetación exuberante, enmarca una piscina climatizada de gran tamaño. Las tumbonas, la hamaca suspendida entre la brisa marina y los sonidos del entorno natural, invitan al descanso profundo y al placer de lo esencial. El interior no se queda atrás: un diseño contemporáneo con espacios diáfanos, techos altos y ventanales de suelo a techo que permiten que la luz y las vistas del barranco y del mar se fundan con cada rincón. La cocina moderna, perfectamente equipada, se abre hacia un salón acogedor que invita tanto a la contemplación como a la convivencia. Dispone de tres habitaciones en suite cuidadosamente decoradas con piezas elegidas al detalle, que evocan confort, estilo y bienestar. La distribución se completa con un ascensor que conecta todas las plantas, aportando comodidad y accesibilidad. En la terraza principal, las vistas panorámicas al océano se convierten en el mejor telón de fondo para cualquier momento del día. La zona de comedor al aire libre y el área de barbacoa crean el escenario ideal para cenas al atardecer o desayunos contemplativos con aroma a mar. Esta propiedad no es solo una villa, es una declaración de estilo, calma y exclusividad. Un lugar donde cada detalle ha sido concebido para ofrecer una experiencia sensorial única, envolvente e inolvidable.